Dioses del Caos

Khorne

Khorne es el Dios de la Sangre, un dios asesino cuyos bramidos de ira insaciable resuenan a través del tiempo y el espacio. Su gran trono de bronce se asienta sobre una montaña de cráneos en medio de una llanura de huesos y lagos de sangre; son los restos de sus seguidores muertos en batalla y de los que mataron en su nombre. Khorne personifica la violencia absoluta y sin sentido, ya que destruye a todas las personas y cosas que están a su alcance, sin importar si son amigos o enemigos.

Los seguidores de Khorne son siempre guerreros feroces, pues el Dios de la Sangre aborrece la superchería de la magia y de sus cobardes hechiceros. Los hombres buscan a Khorne por su ansia de conquistar y derrotar a sus enemigos en batalla, causar estragos mediante venganzas sangrientas y para alcanzar una habilidad marcial inimaginable. Sus seguidores más fanáticos y dedicados, los que se ven atrapados en el interior de su garra, saben que Khorne desea únicamente una matanza desenfrenada. A Khorne no le preocupa dónde mana la sangre, sino únicamente que la haya .

Matad sin piedad; triunfad sin remordimientos.
Sois la legión de Khorne, Sus guerreros predilectos.
Lleváis la derrota y la muerte a Sus enemigos.
Debéis aplastar los mundos bajo vuestros pies.
¡A la batalla! ¡Que la sangre fluya en Su nombre!

Rorath'rath el Portador de los Craneos

Tzeentch

A Tzeentch se le conoce por barios nombres, incluido el Señor de la Transformación, el Maestro de la Fortuna, el Gran Conspirador y el Arquitecto del Destino. Es el Gran hechicero, el dios de la magia y el maestro de la corriente mutable del destino y el tiempo. Tzeentch es el mas extraño e inquietante de todos los Dioses del Caos. Su piel crepita constantemente con rostros cambiantes que miran lascivamente y se burlan de aquellos que se atreven a mirarlo. Mientras el poderoso Tzeentch habla, estas caras repiten sus palabras, a menudo con diferencias sutiles pero importantes de entonación y sentido.

Los conspiradores y los confabuladores se siente atraídos irremediablemente hacia Tzeentch, especialmente los que ansían el poder mágico para lograr sus objetivos. Políticos, líderes, magistrados y cultistas se ven seducidos inexorablemente hacia los senderos enrevesados del destino y usan a Teentch para conseguir sus sueños y aspiraciones, aunque en última instancia son engatusados por los planes eternos de Tzeentch. Ningún hombre podría entender la verdadera naturaleza de las maquinaciones intrincadas de Tzeentch, e incluso intentar hacerlo le costaría perder la cordura. De hecho, Tzeentch no tiene un plan definitivo, un único objetivo que cumplir. Para este dios, el mero acto de maquinar y enrevesar interminablemente los destinos de los mortales basta para satisfacerlo. Sus maquinaciones no tienen fin, ya que sus deseos tampoco lo tienen. Tzeentch nunca puede cumplir un último objetivo, pues esto supondría el fin de su ambición y, por consiguiente, el fin del Señor del Destino.

¿No lo veis? A mi Amo Tzeentch no le preocupa a qué Gran Poder del caos Servís.
Al fin y al cabo, ¿No acaban los seguidores del Dios de la Sangre transformando valerosos guerreros en cadáveres sin cabeza? ¿No acaban los adoradores del Señor de las Moscas transformando cuerpos fuertes y saludables en pútridos cadáveres? ¿No acaban los discípulos del Príncipe Oscuro transformando adustos héroes en esclavos de sus propios sentidos?
Estarás de acuerdo en que el Caos es una lucha por la transformación. La transformación lo rige todo.

Amon 'Chakai a la Congregación Ratheliana

Nurgle

Nurgle es el gran Dios de la Putrefacción que domina la corrupción física y la morbosidad. La enfermedad y la putrefacción, la entropía inevitable y decadencia de todas las cosas son las maravillas que Nurgle concede al universo. El inmenso cuerpo del dios está hinchado por la corrupción y exuda un hedor empalagoso y enfermizo. Su piel es verdosa, correosa y necrótica y su superficie está llena de forúnculos, postillas, úlceras e infestaciones. Por su tripa abierta se desparraman pequeños demonios, los nurgletes, que se alimentan de los jugos repugnantes que exudan las heridas abiertas de Nurgle, Los hombres buscan a Nurgle para liberarse de las cadenas de la desesperación y del temor mortal a la enfermedad, hambre y la muerte. La Gran Inmundicia es un dios cálido que da la bienvenida y que se enorgullece de los logros de su seguidores recompensándoles con enfermedades atroces, aunque les protege del dolor y los estragos de la muerte. El temor a la muerte es algo común en todas las criaturas sensibles y no hay escasez de mortales dispuestos a sacrificar sus almas inmortales a cambio de la conservación corrupta de sus cuerpos físicos.

En el abrazo del gran Nurgle nunca más tendré miedo, pues gracias a su favor pestilente me he convertido en lo que más temía antes: la Muerte.

Kulvain Hestarius de la Guardia de la Muerte

Slaanesh

Slaanesh es el más joven de los dioses del caos y también se le conoce como el Príncipe del Caos o el Príncipe del Placer. De los dioses del caos, Slaanesh es el más divinamente hermoso. Es tan seductor como solo un ser inmortal puede serlo, desarmante en su inocencia , cautivador en sus maneras e irresistiblemente tentador con sus palabras. Slaanesh puede asumir un aspecto masculino, femenino o hermafrodita a voluntad y resulta imposible para un mortal mirarle sin perder su alma y convertirse en un esclavo de sus caprichos. Los mortales necesitados de carisma y camaradería buscan a Slaanesh, pues sus regalos pueden convertirlo en alguien popular e inspirador. Los poetas y artistas se ven atraídos irremediablemente por su mirada y la promesa de inspiración y fama. Incluso los guerreros más fuertes buscan la adulación de masas y lealtad inquebrantable de sus seguidores. Mientras el guerrero continúa al servicio de Slaanesh, los placeres son cada vez más decadentes y sus servidores se ven empujados a la búsqueda de sensaciones cada vez más fuertes y a practicar mayores actos de realización personal y cultismo, hasta que solo las acciones más decadentes y degradantes satisfacen sus emociones.

Esperanza, amor, odio. No son más que diferentes nombres del deseo. Por esto el deseo siempre es la principal preocupación de los mortales, y a través de sus deseos nosotras los conduciremos a nuestro oscuro paraíso.

Proclamaciones de Elsand'daa'arai

mmmmmm molaaaa

escribe mas

leete toda la herejia de Horus y los codex de Warhammer 40000
porque paso de artrme de copiar

mmmm ok